Amazonas en llamas

Necesitamos que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aplique políticas de deforestación cero y deje de destruir el mayor bosque tropical del planeta.

A pesar de su importancia para la conservación de la biodiversidad y para que el mundo alcance el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5 grados, el Amazonas continúa reduciéndose cada año. En parte, esta pérdida es causada por incendios, que además de representar amenazas para personas y animales, contribuyen a aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los fuegos sin control que se produjeron en agosto de 2019 generaron consecuencias nefastas para este ecosistema selvático, con repercusiones mundiales. Las imágenes que se registraron durante los incendios, junto con las cifras de deforestación de 2,5 millones de hectáreas que presenta la Amazonia, son razones más que suficientes para actuar inmediatamente de manera decidida, rápida y eficiente.

Los árboles de gran tamaño que fueron quemados o talados dejaron de almacenar carbono tanto del aire como del suelo. Se liberó de forma alarmante el dióxido de carbono (CO2) contenido desde hace muchos años en árboles que tienen la capacidad de albergar la mayor cantidad de carbono en el suelo, en sus hojas y tallos.

Por su parte, las comunidades indígenas, que por siglos habitaron y protegieron el Amazonas, se vieron perjudicadas por la contaminación del aire y el desplazamiento y la destrucción de su territorio y su patrimonio cultural.

En varias zonas de Brasil el cielo se nubló y se informó que el sol se puso rojo debido a la presencia de humo en la atmósfera. El avance de la columna de humo hacia la región sur del país fue capturado por dos satélites y el Sistema Copérnico.

La población mantiene su preocupación, sin embargo, el gobierno brasilero no responde a las preguntas planteadas sobre lo sucedido. De hecho, no informó a los habitantes las medidas que ya implementó o las que tomará para evitar nuevos incendios.

Incendios, deforestación y cambio climático

Los incendios en ambientes naturales, que la mayoría de las veces son causados por la actividad humana, se producen generalmente para despejar áreas destinadas a uso agrícola y ganadero. Existe un vínculo estrecho entre incendios y deforestación. Además, un bosque saludable es mucho más resistente al fuego.

El 10 y 11 de agosto de este año, los agricultores del área de la ruta BR-163 anunciaron que organizarían un “Día del Fuego”, según los periódicos locales y la Folha de São Paulo. La acción coordinada hizo que el número de puntos calientes aumentara en un 300% durante la noche en Novo Progresso, la ciudad principal del estado de Pará.
Luego, el agua de los ¨Ríos Voladores¨, que transportan la humedad del Amazonas al sur y centro-oeste del continente, fue reemplazada por humo que llegó a ser visto en los estados de San Pablo y Paraná.

La causa es el número récord de brotes de incendios registrados en el Amazonas en 2019, uno de los más grandes en los últimos años. Entre enero y el pasado 20 de agosto, el número de incendios aumentó 145% en comparación con el mismo período en 2018.

Además, los incendios forestales y el cambio climático operan en un círculo vicioso: a medida que aumenta el número de incendios, también lo hacen las emisiones de gases de efecto invernadero. De esta forma, se  incrementa la temperatura general del planeta y la ocurrencia de eventos climáticos extremos como grandes sequías.

La deforestación también contribuye directamente a un cambio en los patrones de lluvia en la región afectada extendiendo la duración de la estación seca y afectando aún más a los bosques, la biodiversidad, la agricultura y la salud humana.

La responsabilidad del gobierno de Brasil

Desde que asumió el cargo el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, estuvo desmantelando la política ambiental del país e hizo varias declaraciones que solo fomentan prácticas contra el medio ambiente.

Los recientes ataques del gobierno brasileño contra el Fondo Amazonas resultaron en el bloqueo de R$288 millones en donaciones de Noruega y Alemania. Esto tendrá graves consecuencias para la lucha contra la deforestación y los incendios forestales en la Amazonía.

A fines de 2018, las acciones de monitoreo y prevención de incendios forestales representaron el 47% del monto asignado a proyectos apoyados por el Fondo, totalizando R$891 millones. De este total, alrededor del 90% se destinó a proyectos implementados por entidades de la administración pública brasileña (gobiernos federales, estatales y municipales), revelando la importancia estratégica del Fondo para la conservación de la Amazonía.

El presidente de Brasil debe tomar medidas efectivas para combatir el aumento de la deforestación y los incendios. Además, los datos sobre los incendios y la deforestación, así como las acciones y medidas a tomar, deben ser transparentes y estar disponibles para toda la población.

Por estas razones estamos exigiendo al gobierno de Bolsonaro que revise de manera inmediata las políticas que están atentando contra nuestro presente y nuestro futuro. En este momento de la historia es inaceptable que se sigan priorizando los derechos de empresas privadas sobre los derechos colectivos a la vida, la salud y un ambiente sano.

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